octubre 27, 2020 by

Semana de conmemoración del Mawlid Annabawi 1442

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Programa de actos

Lunes 26 Octubre




Sira de Muḥammad Paz y bendiciones sean con él

Parte I
A lo más que se llega a saber de él es que es humano y que es el mejor de todas las criaturas de Allāh1

Introducción:

Seguramente no haya habido ninguna otra figura en la historia universal que fuera representada tanto tiempo en Occidente, de una manera tan negativa, para ser más tarde ensalzada, como Muhammad [pbse].

¿Quién fue, por tanto, Muhammad (pbse) y qué hay en su vida y en sus enseñanzas que ha despertado el interés y la admiración de algunos intelectuales occidentales? En lo que sigue hemos elegido a modo de ejemplos, una serie de testimonios de autores occidentales, que no han escatimado en elogios, y que han quedado grabadas para la posteridad. Por último, no nos olvidemos que, si bien estas resumidas líneas que siguen no podrán hacer plena justicia al inmenso valor de nuestro Profeta (pbse), hemos visto, sin embargo, necesario redactarlas, aunque sea al menos, para buscar un fin último que no es otro que formar una profunda reflexión en el lector sobre lo que supuso Muhammad (pbse) para la humanidad.

Estos testimonios que siguen no guardan una cronología uniforme, sin embargo, buscan un objetivo común: ensalzar su figura en contraposición a las opiniones vertidas, tiempo atrás, con el fin de denigrar y mancillar su integridad e imagen—sobre él sea la paz y las bendiciones.

Aunque estas opiniones tienden a buscar su origen en Juan Damasceno [Johannes Damascenus, nacido allá por el año 650 y muerto en el año 750]2, sin embargo, es durante la época de las cruzadas, cuando más se hace notar esta enemistad hacia el Profeta del Islam [pbse], en forma de difamaciones que luego tienen especial repecusión en autores futuros, como Theophanes Confessor (m. 817)3, Jacobo de la Vorágine (m. 1298), Ricoldo da Montecroce (m. 1320)4, Humphrey Prideaux (1648-1724), etc. Sin embargo, con el nacimiento de la edad moderna, marcada por la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento, cambió la percepción de los autores occidentales acerca de la vida y carácter del Profeta (pbse). Sin embargo, todavía queda mucho por descubrir sobre el último Profeta de Dios para toda la humanidad.

Testimonios:

George Bernard Shaw, The Genuine Islam», Vol. 1, January 1936:
“Debe ser llamado el Salvador de la humanidad. Creo que si un hombre como él asumiera la dictadura del mundo moderno, tendría éxito en resolver sus problemas de forma que traería la tan necesaria paz y felicidad”.
Michael H. Hart, Los 100: Lista de las personas más influyentes en la historia:
“Mi elección por Muhammad como número uno en la lista de las personas más influyentes del mundo puede sorprender a algunos lectores y ser cuestionada por otros, pero él fue el único hombre en la historia que fue sumamente exitoso tanto a nivel religioso como secular”.
Reverend Reginal Bosworth Smith, Mahoma y el Mahometismo, Londres 1874, p. 92:
“Él fue el César y el Papa en uno, pero fue Papa sin las pretensiones papales y César sin las legiones de César: sin un ejército permanente, sin guardaespaldas, sin fuerza policial, sin palacio, sin ingresos fijos. Si alguna vez un hombre tuvo el derecho de decir que gobernó por derecho divino, ese fue Mahoma, porque tenía todo el poder sin sus instrumentos y sin sus apoyos”.
Lamartine, Histoire de la Turquie, Paris 1854:
«Filósofo, orador, apóstol, legislador, guerrero, conquistador de ideas, restaurador de dogmas racionales, de un culto sin imágenes; el fundador de veinte Imperios terrestres y de un Imperio espiritual, este es Muhammad. En cuanto a todas las normas por las cuales la grandeza humana puede ser medida, bien podemos preguntar, ¿hay algún hombre más grande que él? »
Annie Besant, Vida y Enseñanzas de Muhammad, Madras 1932, p. 4:
“Es imposible para cualquiera que estudie la vida y el carácter del gran Profeta de Arabia, que sepa cómo él enseñó y cómo vivió, sentir algo menos que reverencia por ese poderoso profeta, uno de los grandes mensajeros del Supremo. Y aunque en lo que les manifiesto encontrarán muchas cosas que tal vez sean familiares a muchos de ustedes, incluso yo misma siento, cada vez que las releo, una nueva forma de admiración, un nuevo sentimiento de reverencia por este poderoso maestro árabe”.
Leo Tolstoy, Famoso escritor y novelista ruso. Autor de “Guerra y Paz”:
“No hay duda de que Muhammad es uno de los grandes reformadores que han servido al marco social profundamente. Es suficiente que dirigió a toda una nación hacia la iluminación de la verdad, la hizo más inclinada hacia la tranquilidad y la paz y la previno de derramar sangre y ofrecer sacrificios humanos (aunque esto no se ha probado de los árabes antes del Islam). Abrió su nación la puerta del desarrollo y la civilización de par en par. Esto es una gran obra que solo puede llevar a cabo un hombre fuerte, y un hombre así merece ser considerado con respeto y admiración.”
Mahatma Gandhi, Líder político y espiritual del movimiento independiente de la India:
“Deseaba conocer a ese personaje que aún hoy en día mantiene un dominio indiscutible sobre los corazones de millones de personas… Me convencí rápidamente de que no fue a través de la espada como se extendió el Islam, en el esquema de vida de aquellos tiempos. Fue la rígida simplicidad, absoluta extinción del Profeta Muhammad, el escrupuloso cumplimiento de sus compromisos, la intensa devoción hacia sus amigos, compañeros y seguidores, su coraje, su audacia, su absoluta confianza en Dios y en su propia misión. Cuando cerré el segundo volumen del libro sobre su vida me disgustó no tener más volúmenes para seguir leyendo sobre su apasionante y extraordinaria vida”

El preludio Muhammadi

Allāh—Majestuoso y Excelso—ha abrazado al mundo con Su misericordia sin fin. Para que el ser humano pudiera alcanzar la verdad le fueron dotados dos bendiciones divinas, a saber: la razón y la intuición. Además de eso, le fue concedido un regalo más – la guía de los mensajeros de Allāh, y lo más elevado de ello fue la luz de Muhammad (pbse), el último profeta portador de esta misión, cuya presencia física en nuestro mundo ha sido una bendición.

Mi caso y el de los demás profetas es como el de un hombre que construye una casa y deja el espacio de un ladrillo faltante. La gente entra a la casa y admirados dicen: ‘¡Si no fuera por ese ladrillo que falta, qué espléndida casa sería!’. Al final dice: Yo soy el ladrillo que faltaba; soy el último Profeta6.

Muhammad fue portador de un mensaje universal y su misión abarca al mundo entero. Se le encomendó corregir las creencias de la gente, devolverlos a la verdadera fe y enseñarles buenas obras.

Y no te enviamos sino como Misericordia para toda todos los mundos7.

continuará en la parte II…

Poesía sobre Muḥammad Paz y bendiciones sean con él


Poema de elogio al Muḥammad Paz y bendiciones sean con él


Martes 27 Octubre

Sira de Muḥammad Paz y bendiciones sean con él


Parte II

La vida del profeta Muhammad Paz y bendiciones sean con él

El ambiente geográfico en donde nació y vivió el Profeta del islam—sobre él sean la paz y las bendiciones—es la región conocida por el Hiyāz, (que significa barrera), altiplano desértico a lo largo de la costa occidental de Arabia, sobre el mar Rojo. Vino al mundo un lunes, día 12 de Rabi ‘ al-awwal del año 570 D.C. y nació en el seno de una familia noble de La Meca. En este siglo VI en que nación había en el Hiyāz dos centros habitados por una población sedentaria, formada en su mayor parte por mercaderes: La Meca y Medina. También había población sedentaria en la fértil Arabia Félix (Arabia feliz) de los cásicos, el Yemen, que había tenido y tenía frecuentes intercambios comerciales y culturales con la vecina Etiopía cristiana. En la zona septentrional de Arabia florecían “reinos” cristianos árabes cerca de las fronteras bizantinas y persa, y el reino monofisita de Gassán vasallo del Imperio Bizantino.

La situación comercial privilegiada de La Meca, situada sobre la ruta que unía la Arabia Feliz con el mundo bizantino, las grandes ferias anuales que se celebraban en sus proximidades (era sumamente frecuente la de ‘Ukad, lugar de reunión de toda la vida árabe preislámica) y el culto a la veneración de la Piedra Negra en el santuario de la Caaba (Ka’ba edificio cúbico) contribuían a dar a la ciudad una gran importancia religiosa, que culminaba en la ceremonia de la peregrinación que remonta su origen hasta el Profeta Abrahám (Ibrāhīm).

En cuanto al politeísmo árabe que imperaba en aquél entonces, no difería mucho del politeísmo semítico común. Fuentes árabes y bizantinas nos han dejado un cuadro del paganismo de las tribus preislámicas.

En esta situación económica, se produjo un cambio fundamental en la vida del Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones—cuando contrajo matrimonio con la rica viuda Jadiya. Afirma la tradición que Jadiya primero había empleado al Profeta Muhammad como su apoderado, pues él era famoso por su honradez, al punto de que se lo llamara al-amīn (el de confianza, el fiel) por antonomasia, y en tal calidad hizo varios viajes a Siria con las caravanas de su futura esposa.

En uno de los elogios que hace el profesor Carlyle queda plasmada, a modo de concisión, un retrato de su vida, de cómo pasó esta primera etapa de su vida:

…desde una edad temprana, se destacó como un hombre inteligente. Sus compañeros lo llamaban “Al Amīn”, (El Fiel). Fue un hombre fiel y veraz; sincero en sus acciones, en sus palabras, y en sus pensamientos. Siempre había un significado en lo que hacía y decía. Si bien era taciturno al hablar y callado cuando no había nada que decir, era pertinente, sabio y sincero cuando hablaba, y siempre echaba un manto de luz sobre el asunto. ¡Y esas son las únicas palabras que de verdad vale la pena pronunciar! En la vida, descubrimos que era considerado un hombre sólido, fraternal y genuino. Personaje serio y sincero, pero a la vez simpático, cordial, compañero e incluso jocoso – a pesar de todo, siempre reía: Hay hombres cuya risa es falsa, como todo lo que sale de ellos; hombres que no pueden reír. Él era un hombre espontáneo, apasionado, pero a la vez justo y sincero8.

El Profeta, que la paz y las bendiciones de Allāh sean con él, fue lo más elevado en la cadena de la creación. Pues, fue descendiente de Ismael, hijo de Abraham. Huérfano de nacimiento, y ya siendo adolescente vivía apartado, llevando una vida recogida y de exquisita moralidad, que rechazaba las costumbres inmorales de su gente, sumida en la idolatría. Siempre fue particularmente solícito con los pobres y necesitados, las viudas y los huérfanos, los esclavos y los oprimidos.

A los veinte años ya era un exitoso hombre de negocios y pronto se convirtió en director de caravanas de camellos para una viuda rica llamada Jadiya. Cuando cumplió veinticinco años, su empleadora, reconociendo sus méritos e impresionada por su honestidad y su carácter excelente y modales encantadores, Jadiya le propuso matrimonio y él aceptó. A pesar de que él era quince años menor, se casó con ella y fueron bendecidos con seis hijos, y mientras vivía, fue un esposo y padre extraordinario. Su esposa Jadiya, fue la primera mujer en aceptar su mensaje, creyendo en todo lo que había traído, estando siempre a la altura de las consecuencias. Cuando todos creían que su marido se hallaba enfermo y tenía el espíritu trastornado, ella afirmó su confianza. Cuando ella murió recibió el mejor elogio que se le podía hacer por parte de su marido—, sobre él sean la paz y las bendiciones—sobre la que dijo:

Cuando era pobre ella me enriqueció, cuando todo el mundo me abandonaba, ella me confortó, cuando se me motejaba de embustero, ella creyó firmemente en mí.9

continuará en la parte III…




Sira de Muḥammad Paz y bendiciones sean con él


Parte III

El Profeta elegido (An-Nabī al-Mustafà)

Todos los estados y actos del Noble Mensajero (pbse) dieron testimonio de su veracidad y profecía, pero no todos ellos tenían que ser milagrosos. Porque Allāh—Todopoderoso— lo envió en forma de ser humano para que pueda ser la guía y el líder de los seres humanos en sus asuntos sociales, y en los actos y obras por medio de los que se obtiene la felicidad en ambos mundos, sin embargo, los hombres obstinados en su mundo material, muchos no alcanzaron a comprender su verdadera misión y requirieron más de una vez alguna señal que evidenciara su profecía. Otros, posiblemente, más lúcidos, como es el caso del tío de su esposa Jadiya, Waraqa b. Nawfal, supo de inmediato, una vez que vislumbró al Profeta Muhammad, que, efectivamente, no era un hombre normal, y que en él se podía adivinar varias señales perceptibles que revelaban que se trataba del último enviado de Allāh (Jātam al-anbiyā’). De hecho, dijo—sobre él sea la paz y las bendiciones—:

Ciertamente soy siervo de Allāh, y se escribió que soy el sello de los profetas, mientras Adán todavía yacía en su barro [antes de que se le insuflara el alma]10.

Hay que reconocer que Waraqa b. Nawfal, ya poseía, de antemano, una información privilegiada por su condición de antiguo cristiano que se había ocupado del estudio de las escrituras hasta dominarlas perfectamente11, que luego abandonaría, tras tener con él el primer contacto para pasar a la posteridad como uno de los primeros que creyeron en su mensaje. Waraqa no dejó de sentir fascinación por el Profeta Muhammad—la paz y las bendiciones sean con él—. Una de sus conversaciones así lo dejan claro:

“…cuando el Enviado de Allāh hubo concluido su período de reclusión y regresó (a La Meca), realizó primero las vueltas en torno a la Kaʿba, como hacía siempre. Mientras hacía eso, Waraqa se acercó a él y le dijo: ‘Oh hijo de mi hermano, cuéntame lo que has visto y oído.’ El Profeta se lo contó, y Waraqa dijo: ‘Ciertamente, por Aquel en cuya mano está el alma de Waraqa, que tú eres el profeta de este pueblo. Ha venido a ti el grandioso Nāmūs, [el Arcángel Gabriel] el que vino a Moisés. Te tacharán de mentiroso, te insultarán, te expulsarán y lucharán contra ti. En verdad, si vivo para ver ese día, ayudaré a Allāh como Él sabe.’ Luego, acercó su cabeza a la de él y le besó en la frente; y el Profeta se fue para su casa. (Según al-Ṭabarī: las palabras de Waraqa aumentaron su confianza y aliviaron su ansiedad.)12

A este corpus de primeros indicios, que acompañaron cientos de hechos extraordinarios, que acaecieron y que fueron memorizados por el vulgo, para luego ser registrados de forma minuciosa en los principales manuales de tradiciones y las primeras obras de biografía (as-Sīra an-nabawiyya) en sus diferentes tipos, especialmente los llamados, kutub dalā’il al-nubuwwa (Libros sobre las evidencias de la profecía). El objeto que perseguían estas obras era recoger toda aquella información relevante que acompañó al Profeta Muhammad—sobre él sean la paz y las bendiciones—, antes, durante y después de su nacimiento. Posiblemente, la obra de al-Bayhaqī (m.) y la de Abū Nu’aym al-Isfahānī (m.) sean las obras más citadas al respecto. A estos primeros indicios se les denominó irhāsāt, y que hacen referencia a una serie de fenómenos paranormales que acaecieron en el momento de su nacimiento, o incluso antes de su misión profética, y que evidenciaban su profecía. Estos primeros indicios o signos advertían a la gente del advenimiento de un profeta, como, por ejemplo, la caída de los ídolos de la Ka’ba o más claro como demuestra lo que le ocurrió en el encuentro entre Muhmamad y el monje Bahīra, en el que tanto Ibn Sa’d como al-Tabari, escribieron que Bahira encontró el anuncio de la venida de Muhammad en los evangelios primitivos u originales que poseía.13

A estos primeros indicios de su profecía les siguieron otros más rotundos llamados comúnmente “dalā’il al-nubuwwa” o pruebas contundentes de la profecía.

Estas pruebas contundentes le acompañaron durante todo el tiempo que duró su misión—sobre él sean la paz y las bendiciones—ganándose la admiración y el respeto de cuantos escucharon de él o le tuvieron de enfrente.


continuará en la parte IV…

Jueves 29 Octubre
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Sira de Muḥammad Paz y bendiciones sean con él


Parte IV

El memorión conocido comúnmente por al-Qādi ‘Iyad, hace un resumen exquisito de estas pruebas que luego explica minuciosamente en su archiconocida obra al-Šifā, hablando de las decenas de pruebas que demostraron, sin lugar a duda, y de forma categórica que no habían presenciado a un hombre normal, sino a un verdadero profeta—sobre él sean la paz y las bendiciones, cuyo primer milagro y el más grande de todos es la Revelación del Corán, como antes hemos mencionado. Dijo hablando de estos milagros:

[Allāh] lo haya hecho merecedor único [de ellas], de la manera más perfecta: con la distinción de la profecía y el nuncio [del Mensaje]14, con la íntima amistad (a-jul-la)15 y el amor (al-mahabba), con la elección (al-istifā’), con el viaje nocturno (al-isrā’), con la visión (al-ru’ya)16, con la proximidad (al-qurbà) y cercanía (al-dunuww) [de su posición a Su Sagrada Presencia], con la inspiración (al-wahy), con la intercesión (al-šafa‘a), con la suma cercanía (al-wasīla), con la estación de la preeminencia (al-fadīla), con el sumo rango (al-daraya al-rafī‘a), con la estación digna de alabanza (al-maqām al-mahmūd)17, con el équido mágico volante (al-burāq), con el viaje de la ascensión (al-mi‘rāy) [desde la cúpula hasta el séptimo cielo]18, con ser enviado a árabes y no árabes, con presidir la oración ante los profetas19, con su testimonio ante los enviados y sus respectivos pueblos, con ser considerado el señor (sayyid) de los descendientes de Adán, con la obtención del estandarte de la bendición (liwā’ al-hamd)20, con la buena nueva (al-bi¹āra), con la advertencia (al-nizāra), con la elevación hasta el lugar del trono (al-‘Arš), con [la palabra] de alguien que debe ser obedecido y ser [considerado] digno de confianza, con la buena guía, con haberle considerado una misericordia para los mundos, con concederle la complacencia y la respuesta a su súplica21, con haberle dado la abundancia de bienes (al-kawzar), con ser escuchada su palabra, con haber derramado sobre él la completa bendición, con haberle perdonado las faltas cometidas y las no cometidas, con replegarle el pecho, con librarle de la carga [del Mensaje], con elevar su fama, con haberle enorgullecido con la victoria, con haber descendido [sobre él] el sosiego (al-sakīna), con haberle auxiliarle con los ángeles, con haberle dotado de sapiencia y de la Escritura Divina, con haberle concedido los “siete de los [versículos] frecuentemente repetidos” (al-sab ‘ al-mazānī), con haberle [revelado] el Majestuoso Corán, con haberle purificado su nación (umma), con [permitirle] suplicar a Allāh22, con haberle bendecido Allāh—Enaltecido Sea—y sus ángeles; con haberle dotado de la capacidad de juicio entre la gente con aquello que Allāh le enseñó; con haber librado [a su comunidad] de la carga y las ataduras [de la adoración difícil], con prestar juramento por su nombre, con haber respondido sus ruegos [en más de una ocasión], con [haberle dotado con don de] comunicarse con las cosas inertes23; con entender el “lenguaje” de las bestias [al-‘uym]24; con revivir a los muertos25; con oír la voz que producen las cosas no dotadas de habla26; con brotar agua de entre sus dedos27, con abundarle lo que era escaso28, con partir en dos la luna29; con haber parado el sol30; con cambiar la naturaleza de las cosas31; con ser auxiliado con el terror [infundido en el corazón de sus enemigos]32; con haberle desvelado lo oculto (al-gayb)33; con haberle [protegido con] la sombra de la nube34; con [escuchar] la bendición de las piedras (tasbīh al-hasà) [que había cogido entre sus manos]35, con aliviar el dolor, con haberle protegido de sus enemigos36.

La primera indicación de su vocación profética, narrada por él mismo a ‘Āisha, fue el hecho de que todo lo que veía en los sueños se realizó puntualmente en la realidad «con una claridad similar a la de la mañana». Luego le invadió un sentimiento hacia inclinación por la soledad y al retiro espiritual. Y seis meses antes de cumplir los cuarenta años, Allāh—Altísimo Sea—, convirtió para él la cueva de Hirá en una escuela Divina antes de ser consagrado como Profeta.

El Profeta Muhammad (pbse), recibió la profecía a la edad de 40 años con la orden:

¡Lee en el nombre de tu Señor que ha creado!37

Continuó recibiendo revelaciones durante 23 años, desde la Unidad de Allāh y Su maravillosa obra, hasta las historias de los profetas anteriores, la moral y la ética, la vida después de la muerte, etc.

Tras un período en que la Predicación se hacía de manera secreta, se inauguró una nueva etapa en que se pasó a la Predicación pública. Su proclamación como profeta, y su llamada al monoteísmo y a la reforma social fueron fuertemente rechazadas por la élite de La Meca, lo que marcó el principio de una larga y ardua lucha en su contra. Después de trece largos años, él y sus seguidores sufrieron intensas persecuciones y un boicot económico y social que duró tres años. Finalmente, el Profeta Muhammad dio consentimiento a algunos de sus seguidores para emigrar a Abisinia, país donde había un monarca en cuyo reino nadie podía temer injusticia alguna.

Este rey cristiano Al-Nayashi mando que los musulmanes se personasen ante él. En un interrogatorio, dijo Ya’far Ibn Abi-Talib dirigiéndose al rey con estas palabras:

¡Oh rey! Éramos gente ignorante. Adorábamos ídolos y comíamos carroña. Acostumbrábamos a tener comportamiento indecente, a desvincularnos de nuestros parientes, maltratar a nuestros vecinos, y el fuerte oprimía al más débil. En esa situación nos encontrábamos hasta que Allāh—Enaltecido Sea—nos envió un Mensajero, del cual conocemos su linaje, su veracidad, su confiabilidad y su piedad. Comenzó a invitarnos a adorar únicamente a Allāh—Enaltecido Sea—. Entonces; dejamos la religión de nuestros antepasados, abandonamos la adoración de ídolos de piedra y de todo lo que no sea Allāh. También nos ordenó a ser veraces, cumplir los pactos, ser bondadosos con nuestros parientes, tratar con cortesía a nuestros vecinos y abstenernos de derramar sangre sin motivo. Nos prohibió tener mal comportamiento, el insulto, apoderarnos de los bienes del huérfano, y de calumniar a las mujeres piadosas. Nos ordenó adorar a Allāh—Enaltecido Sea—sin asociarle nada ni nadie, a realizar la oración, hacer caridad y ayunar. Entonces confiamos y creímos en él y seguimos la religión de Allāh…”.38

Después del discurso de Ya’far, el rey de Abisinia le pidió que recitara algo de “el Libro” que había sido revelado a Muhammad. Ya’far recito parte del capítulo de “María”, hasta que al Rey cristiano se le saltaron las lágrimas humedeciendo su barba. Entonces dijo:

El mensaje que trajo Muhammad y el que trajo Jesús provienen de la misma fuente.

¿Es posible que una persona conocida por poseer un carácter recto e impecable y de haberse ganado el renombre del “El Digno de confianza”, Muhammad Al-Amin, ¿de repente se convierta en “un impostor” que se llama así mismo el Profeta de Dios?

Su misión trastocó y convulsionó a toda Arabia. Su extraordinario discurso y manera de hablar encantaron a todos. De repente terminaron los concursos públicos de poesía, literatura y retórica. Los poetas no se atrevían a firmar los poemas que ponían en los muros de la Ka’abah. Esta tradición centenaria se extinguió hasta el punto de que la hija del poeta árabe más admirado, Imru’ ul-Qays, quedó tan conmovida al oír un pasaje del Corán que exclamó con gran sorpresa:

¡No puede ser la palabra de un ser humano! Si hay alguien en este mundo capaz de hablar así, los poemas de mi padre deben ser retirados de las paredes de la Ka’abah. ¡Haceldlo! Y en su lugar poned estos versos.

En toda Arabia se hablaba, mejor o peor, de la nueva religión de Muhammad; pero en ningún lugar se habló tanto de ella como en el oasis de Yazrib.

Finalmente, la islamización, la confraternización y el respaldo de la tribu de los Aws y Jazrach, ahora llamados los Ansar, supuso un paso más hacia el éxito de la Predicación y hacia el triunfo del mensaje de Muhammad, quien en un gesto de nobleza y gratitud hacia quienes le brindaron auxilio, le dijo:

Para el Profeta la religión no era únicamente una cuestión de convicción personal, sino más bien una forma de vida completa, y Yazrib, ahora llamada al-Madina al Munawwara prosperó bajo su liderazgo. El modelo de gobierno de Medina, basado en la justicia, el respeto por la dignidad humana y la conciencia de Dios Allāh, se convirtió en un modelo, en el cual los musulmanes han buscado orientación e inspiración desde entonces.

Thomas Carlyle, en su Héroes y Heroísmo, simplemente refiere asombrado:

¿Cómo un solo hombre pudo fusionar las tribus en guerra y los beduinos errantes en la nación más poderosa y civilizada, en menos de dos décadas?.

La primera vez que se dirigió a la gente de Medina, Muhammad dio deliberadamente un discurso muy conciso en el que subrayó la importancia de la armonía y la cohesión social.
Dijo:

Oh gente, buscad la Paz y sembradla, daros de comer los unos a los otros, velad por vuestros semejantes y rogad a Dios durante la noche cuando los demás estén durmiendo y así complaceréis a Dios y entraréis en Su paraíso.

Muhammad relacionó dichos actos con lo que a Dios le agrada para motivar a la gente a amarse y vivir en paz y armonía en una sociedad multiconfesional.

El Profeta redactó la primera Constitución y Cartas de Derechos Humanos y Libertades del mundo, en la cual, los derechos de las minorías religiosas fueron protegidos, que garantizaba la libertad de conciencia y culto para musulmanes, judíos y árabes que no habían aceptado el Islam., e inició tratados y alianzas con las tribus vecinas.


continuará en la parte V…

Viernes 30 Octubre

Recitación del Sagrado Corán




Coro de Anashid JIM

Sira de Muḥammad Paz y bendiciones sean con él


Parte V

El Profeta redactó la primera Constitución y Cartas de Derechos Humanos y Libertades del mundo, en la cual, los derechos de las minorías religiosas fueron protegidos, que garantizaba la libertad de conciencia y culto para musulmanes, judíos y árabes que no habían aceptado el Islam., e inició tratados y alianzas con las tribus vecinas.

Desde la emigración de la Meca a Medina en el año 622, también conocida como Hiyra o la Hégira, que marca el inicio del actual calendario musulmán, se libraron varias batallas o Ġazawat entre los años 624 y 627. Por aquel entonces, toda Arabia era consciente de la creciente fortaleza militar de los musulmanes. En marzo del 628 Muhammad, queriendo evitar un derramamiento de sangre en o cerca de la ciudad sagrada del Islam, tomó una iniciativa pacífica, y decide hacer la ‘Umrah (visita a la Ka’bah, la casa de Dios en La Meca, así como realizar otros ritos religiosos) con 1400 civiles de Medina. Una vez allí, tras varias negociaciones con los jefes de La Meca consigue una tregua de 10 años, materializada en El Tratado de Hudaybiyyah entre el estado de Medina y la tribu Quraysh de La Meca.

Durante la tregua, Muhammad que vio una oportunidad de oro para transmitir el Mensaje de Dios dentro y fuera de las fronteras de Arabia, envió delegaciones a otras tribus árabes de la Península Arábiga y escribió cartas a los gobernantes y reyes de los países vecinos y potencias como Persia, Bizancio y Egipto, anunciando su mensaje de monoteísmo puro, y los invitó a aceptar el Islam. Por primera vez en la historia, se otorgó a mujeres, niños, huérfanos, extranjeros y esclavos amplios derechos y protección.

Cuando Heraclio, el emperador bizantino recibió la carta del Profeta, estando él en Siria, mando traer ante él a Abu Sufián, el despiadado enemigo del Profeta, y sus acompañantes que casualmente están por la zona haciendo negocios. Abu sufián juro por Allāh que, si no hubiera sabido que sus amigos le habrían delatado, con toda seguridad habría mentido sobre Muhammad.

Abu Sufyan mantuvo un diálogo con Heraclio, éste le hizo unas preguntas sobre Muhammad, y al final el emperador reflexionó y respondió diciendo:

Si lo que me has dicho es verdad, entonces Muhammad dominará incluso la tierra sobre la que me encuentro yo ahora. Ya he oído hablar sobre la aparición de un profeta así, pero no sabía que iba a salir de entre vosotros. Si pudiera ir a verle, aceptaría todas las dificultades que ello me supusiera. Si le viera, lavaría sus pies.

Este incidente demuestra que incluso aquellos que no aceptaron su mensaje, reconocían la honestidad y el carácter superior del Profeta. Merece la pena decir que la fe es siempre el resultado de la bendición Divina.

La tregua no duró más de dos años, ya que los aliados de la Meca perpetraron un acto criminal en el Santuario Sagrado asesinando a 20 personas aliadas de los musulmanes, lo que supuso un claro incumplimiento del tratado de Al-Hudaibiyyah. En respuesta, Muhammad marchó a la conquista de la Meca pidiendo a sus soldados que no lucharan a menos que fueran atacados. A su llegada a La Meca, y tras no encontrar resistencia alguna, Muhammad se dirigió a todos los habitantes de la Meca, empezando por confirmar la unicidad de Dios, atribuyendo a Él la victoria y recordando a la gente que todos descendían de Adán y que Adán había sido creado de barro. En ese momento, mientras la gente de La Meca esperaba angustiosamente la decisión que se tomaría contra ellos, encontraron a un Muhammad que optó por la toma pacífica de la Meca sin derramamiento de sangre y con un espíritu de amnistía y tolerancia, anunciando que:

Aquel que se refugie en la casa de Abu Sufian estará a salvo, los moradores de su casa estarán a salvo, y aquel que ingrese a la Mezquita Sagrada estará a salvo

A continuación, les habló con las palabras del perdón, según la Revelación, donde el Profeta José (Yūsuf) se dirigió a sus hermanos cuando acudieron a él en Egipto:

Ciertamente digo como dijo mi hermano José: ¡Que no haya hoy reproches contra vosotros! Dios os perdonará. Él es el más Misericordioso de los misericordiosos. (Sagrado Corán 12:92)

Muchos eruditos no-Musulmanes aceptaron sinceramente la virtud y logros de Muhammad, uno de ellos Thomar Carlyle, también la Enciclopedia Británica, declarando que en ninguna época un profeta o reformador religioso alcanzó el nivel de éxito comparable al del Profeta Muhammad (pbse). El autor Stanley Lane-Polo afirma que el día que Muhammad obtuvo la victoria sobre sus enemigos fue también el día de la victoria de la virtud, ya que perdonó voluntariamente a todos los Quraysh y también a todos los habitantes de La Meca. También apunta Arthur Gilman a su grandeza durante la conquista de La Meca, por el trato que había tenido a manos de los Mequinenses, que le podía haber inducido fácilmente a querer buscar venganza. No obstante, prohibió cualquier tipo de violencia por parte de su ejército. Mostró gran misericordia y permaneció agradecido a Allah.

La misión de Muhammad había sido lograda y su vida tocaba su fin. En el año 632 DC Muhammad hizo la peregrinación a La Meca y en ‘Arafat dio su última jutba (alocución) ante 124.000 musulmanes, conocido como “la Jutba de la Despedida” i, quien poniéndoles como testigos, confirmaba los elementos básicos sobre la creencia, el credo de un Dios único, la gracia de la vida, la riqueza y la propiedad, la igualdad de todas las razas, las reglas de justicia, los derechos y obligaciones de la mujeres, la explotación y el monopolio, la moralidad, la usura y los derechos de los otros.

Poco después de la peregrinación, se enfermó. El domingo, un día antes de que muriera, el Profeta liberó a todos sus esclavos restantes, entregó como caridad los siete dinares que poseía y le regaló sus armas a los musulmanes. Así fue, que cuando se hizo la noche su esposa ‘Aisha tuvo que pedir prestado un poco de aceite a su vecina para encender su lámpara. Reflexionemos sobre las palabras que pronunció al morir:

Nosotros, los Profetas, no heredamos. Cualquier cosa que dejemos al morir, es para caridad”.

Nuestro amado Muhammad dejaba este mundo a los 63 años, murió en su casa en Medina en el año 632 DC. Los musulmanes estaban tan confusos, que nadie quería creer en la noticia sobre su muerte, situación que afecto de una forma muy especial a Omar, que amenazante decía que Muhammad no había muerto, sino que había ido a su Señor como Moisés y que abandonó a su gente por cuarenta noches y luego regresó a ellos.

Si bien Abu Bakr no podía ocultar su angustia y tristeza, con su corazón enmudecido, se dirigió a la gente empezando con alabanzas al Allah, Glorificado sea, y luego dijo:

Ahora, quien adora a Muhammad, pues que sepa que él murió; y quien adora a Allah, pues Allah es el viviente y no Muere.

La hija del Profeta, Fátima, la primera entre las mujeres del Paraíso, entristeció tanto ante esta temporal separación de su padre, el Profeta de la Misericordia para todos los Mundos, que dijo:

Cuando el Profeta Muhammad (pyb), partió al Más Allá, mi tristeza fue tan grande que si hubiera caído sobre la luz del día, lo habría convertido en noche.

La religión había sido perfeccionada y el compromiso de transmitir el Mensaje Divino a la humanidad firmemente consolidada como testificación de la Verdad Absoluta (al-Haqq). El profeta fue invitado al mundo de la eternidad. Ahora, está esperando a su Ummah cerca del Mahshar, la plaza de la resurrección, en el Puente sobre el río de Kawthar.

Nuestro amado Profeta (pbse) dijo:

En el día del Juicio, yo seré el primer intercesor

El que no crea en mi intercesión no podrá conseguirla

Intercede por nosotros. ¡Oh Rasullullah!

El mundo el día 12 de Rabi’ al-Awwal de un lunes, fue honrado con su nacimiento; se le concedió la Profecía, también en su Hégira entró en Medina y puso los cimientos del nuevo Gobierno Islámico, y finalmente en este día, emigró al Más Allá. Todas estas manifestaciones Divinas y por el poder de Allah todos estos acontecimientos ocurrieron el lunes, día 12 de Rabi al-Awwal, lo que confirma lo sagrado de este mes.

Su preeminencia

El profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Allah sean con él, es el único profeta y la única persona de toda la historia cuya vida nos ha sido transmitida hasta en sus más mínimos detalles. Sus palabras, acciones y sentimientos han sido rigurosamente registrados y constituyen así un hecho histórico de primer orden.

A Muhammad se le vio hacer miles de milagros; amigos o enemigos, todos hablaban de ellos. Pero de todos los milagros, los más valiosos eran sus costumbres hermosas y su delicada conducta.

El profeta (pbse) como si lo vieras

Ciertamente el [Profeta Muhammad]—Allāh bendiga y salve, era de un color blanco radiante [blanco amarillento], sus ojos eran de un negro penetrante, de ojos muy anchos y bellos, el blanco de sus ojos estaban ligeramente teñidos de rojo, de largas pestañas que bordeaban sus ojos, su rostro era radiante, tenía unas cejas [largas], tupidas y arqueadas que casi se tenía la impresión de que se iban a enlazar, de nariz perfilada [era alta y fina con cierta prominencia en el medio], tenía una separación entre sus incisivos, su cara era bien curvada, [no era ni ancha ni redonda], de amplia frente alta, de espesa y abundante barba poblada hasta el cuello, [de tal manera que ocultaba su pecho], esbelto de torso y abdomen que denotan una perfecta armonía, era ancho de pecho, de hombros fornidos, de complexión robusta [de huesos prominentes], de largos antebrazos y brazos, al igual que sus muslos y piernas, era de amplias palmas y piernas; de alargadas extremidades[finamente formadas] [en particular los dedos].

Las partes que se descubrían de su ropa, de forma inadvertida, mostraban [despedía] una clara luminiscencia; de la parte alta del pecho le caía una fina línea de vello que [le recorría verticalmente el pecho] hasta el ombligo. Era esbelto de una estatura media, no era excesivamente alto ni desagradablemente bajo, aún así no había nadie que le igualaba en altura— Allāh le bendiga y salve.

Su pelo era ondulado [no era ni rizado ni lacio], cuando sonreía [sus labios] relumbraban una luz cual rayo resplandeciente, y [sus dientes se distinguían de entre los labios] como granizo que carga la tormenta. Cuando hablaba una luz [albor] parecía sobresalírsele de entre sus incisivos.

Tenía el cuello más esbelto [de entre la gente], y no era ni mofletudo [más bien, sus mejillas marcadas, lisas y uniformes] ni tenía la cara redonda. Su cuerpo estaba perfectamente definido, pero con cierta corpulencia.

Lo vi en una ocasión que portaba un manto rojo, jamás he visto a alguien, con el pelo hasta los lóbulos, más elegante que el Mensajero de Allāh—Allāh le bendiga y salve.

Jamás he visto a alguien más bello que el Mensajero de Allāh—Allāh le bendiga y salve, parecía que el sol recorría todo su rostro, de tal manera, que si sonreía [su luz] [llegaba] a reflejarse sobre los muros que tenía delante.

Se podía ver desde lejos que era la persona más bella y de cerca, los modales más finos y la nobleza en sus relaciones sociales, se hacían rápidamente perceptibles

Su rostro resplandecía como la luna en una noche de luna llena.

FIN

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